La generación Tween

Los nativos digitales son los que "mandan" ahora.
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Se los conoce como la generación tween y son chicos que apenas ingresan a la pre adolescencia, pero su opinión y decisión es hoy fundamental a la hora de decidir los gastos del hogar. Mientras hace tan sólo algunos años atrás, los padres eran quienes delimitaban, limitaban y optaban por sus propias elecciones y las de sus hijos, hoy la tendencia se ha revertido: los niños mandan. Hijos de la revolución tecnológica y de la era del consumo, los tweens están marcando las leyes de la familia posmoderna. Un estudio realizado en la Argentina y en varios países latinoamericanos, confirma el ascenso imparable de esta tendencia. La investigación a cargo de la organización Kiddo´s, confirmó que los chicos son la mayor influencia sobre sus padres a la hora de adquirir la mayoría de los productos y servicios tanto para si mismos como para sus hijos.

Por ejemplo, en el caso de la indumentaria el 72% de los adultos escuchan a los niños para comprar o no cierto tipo de prendas para ellos y un 24% los chicos se visten bajo sus propios parámetros, sin ningún tipo de opinión u observación de sus padres. Pero, el estudio también reveló como los más pequeños tienen voz y voto a la hora de decidir productos o servicios que antes sólo dependían de la elección de los adultos. La alimentación, es una de las variables protagonistas de esta tendencia. El 64% de los padres reconoció que elige los alimentos para las cuatro comidas diarias en función de las decisiones de sus hijos. Es decir, más de la mitad de los hogares sustentan su plan alimenticio a partir de las elecciones de chicos entre 8 y 12 años.

Las vacaciones también son un rubro en el cual los niños deciden. El 19% de los padres programan su descanso a través de los destinos turísticos elegidos por los más pequeños. En este contexto, resulta coherente que el mercado haya focalizado sus campañas en los tweens ya que en la actualidad, son quienes deciden sobre varias áreas que conciernen a la cotidianeidad de los niños y adultos.

Más allá de la información estadística ante el fenómeno, algunas preguntas deberían salir a la superficie: ¿cuáles son los parámetros de los niños para marcar el ritmo de los adultos? ¿Cuál es el rol de los padres ante las exigencias de los niños? ¿Sólo toman sus requerimientos a modo de sugerencia o bien optan por considerarlo como un hecho para no tener que lidiar con los límites? Los niños de todos los tiempos anhelaron que sus deseos se cumplan de forma inmediata. Antes, esta actitud de conocía como capricho, hoy es una “cualidad” de la generación tween.

Sin dudas, una de las principales funciones de la paternidad y la maternidad es contener los deseos de los niños. Los límites son educación, son el vehículo fundamental para generar una buena tolerancia a la frustración y comprender que todo tiene su tiempo y por sobre todas las cosas, los beneficios son producto del trabajo, el sacrificio y la dedicación. Que los niños sean los responsables de marcar el ritmo del hogar o que su palabra sea la última a la hora de decidir cuál será la alimentación de la familia o que se compra o se deja de comprar, es un error que puede traer graves consecuencias a futuro. Quizá sea un beneficio para el mercado pero no lo es para los más chicos.

Educar es poner límite a los deseos, guiarlos, aconsejarlos y aunque muchas veces los adultos se equivoquen en sus consignas, la función paterna es contener y la contención también es decir no. Entre los 8 y los 11 años todavía es radical una crianza activa por parte de los padres. Delegar decisiones a los niños es hoy una constante, que se ha internalizado de manera tal que ya es una tendencia poco cuestionada. Pero no habría que sobreestimar la edad de los chicos. Los adultos deberían ser capaces de dar infancia.

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