Cábalas: ¿Por qué creemos en ellas?

¿Por qué el ser humano de todas las épocas ha necesitado creer en amuletos?

"Cruza los dedos, toca madera, no pases por debajo de la escalera, evita el 13 y al gato negro" cantaba Joan Manuel Serrat. Y muchos creen que las cábalas son certeza.

Tan populares como respetadas por millones de personas, las supersticiones tienen orígenes antiquísimos y se utilizan ante un fuerte deseo, cuando estamos en peligro o bien para que la suerte nos acompañe en una circunstancia en la que necesitamos un resultado positivo de inmediato

Las razones pisco sociales de una costumbre que trasciende siglos, fronteras y nacionalidades.

Para comprender las cábalas, no hay nada mejor que ir a las fuentes. Según la Real Academia Española, "es una desviación del sentimiento religioso que hace creer en objetos extraños a la fe y contrarios a la razón". Sin sustento científico ni aval de las religiones tradicionales, la superstición impone respeto y, a veces, hasta temor a lo desconocido o misterioso. Controlar el destino, es la cuestión.

La Lic. Eva Lázaro Ortega, autora de "La conducta supersticiosa", explica que para la psicología, las cabalas "consisten en asociar determinados hechos u objetos con la seguridad o certeza de que si confiamos en ellos, la buena fortuna estará de nuestro lado".

En este marco, quien profesa la superstición se dice a si mismo: "si no llevo tal objeto o hago tal acto, las cosas me irán muy mal" o bien pueden llevar consigo algunos amuletos que le brindarán la confianza para que, ante la incertidumbre, el azar esté asegurado.

Hay tantas costumbres supersticiosas, como personas que las llevan a cabo. Llevar amuletos o vestir determinadas prendas, repetir mentalmente una frase o idea, realizar actos con un orden determinado, evitar nombrar ciertas palabras o ejecutar algunas acciones, son algunas de las conductas que garantizarían la buena suerte.

¿Por qué pasan los años y quedan las cábalas?

"Las supersticiones -explica la Lic. Lázaro- crean una ilusión de control, creada por los individuos con el fin de creer y querer tener el control sobre un suceso determinado". Ante casi todas las situaciones de su existencia, el ser humano debe lidiar con dos tipos de ideas: las racionales y las irracionales. Este es un conflicto que surge desde que el individuo nace, y sólo se resuelve eligiendo u optando por una de las dos creencias.

Las supersticiones pueden ser anecdóticas, pero ¿cuál es la línea entre una sana creencia en el azar y una obsesión? En este sentido, la Lic Lázaro aclara que esta conducta se vuelve patológica cuando "condiciona, limita o influye negativamente en nuestra vida cotidiana". Es decir, si la persona deja de realizar sus actividades, o las realiza de manera diferente por miedo a las consecuencias del destino estamos ante una persona que rige su vida en torno a ideas mágicas y está perdiendo el principio de realidad. "En estos casos nos encontramos frente a un problema obsesivo, que podría generar emociones desagradables como ansiedad o preocupación excesiva. Por ejemplo, el individuo debe enfrentar una reunión importante, y al percatarse que ha olvidado su amuleto de la suerte decide retirarse o no puede enfrentar su vida cotidiana normalmente", explica la especialista.

La ambición por controlar el destino, es algo que el ser humano nunca ha dejado de aspirar. Aunque siempre el sacrificio y el esfuerzo sean el mejor aval para que las consecuencias de nuestros actos sean exitosos, hay circunstancias que están fuera de nuestro control. La duda y la incertidumbre se ponen al hombro amuletos, cábalas y supersticiones. Si en creer o no creer está la cuestión, al igual que en los tiempos ancestrales, confiamos que la suerte estará de nuestro lado y, hasta los que no creen, evitan pasar por debajo de la escalera.

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